¡Ahora es mi turno!
La extraña Carlota
-¡Ja, ja, ja! ¡Qué risa! - decía Carlota mientras escuchaba a su amiga Clavel - ¿En serio te pasó eso?
-¡Por supuesto, no sabía donde meterme! - contestó ella.
No os penséis que Clavel es una niña, porque no es así, es un auténtico clavel, rosa para ser exactos, muy amigo de Carlota, al igual que Margarita, Violeta, Lavanda y el gruñón, pero en ocasiones sensible Acebo.

Los padres de Carlota se desesperaban cada vez más al ver que su hija hablaba con las plantas, y un día se lo contaron al doctor Gutiérrez.
- ¿Y si es así? - dijo el doctor al oir las quejas de los padres de Carlota - ¿Y si la niña dice la verdad?
- Pero doctor, las plantas no hablan - aclaró la madre.
- A lo mejor sí, y no sabemos escucharlas - exclamó el médico.
Esa misma tarde al llegar Carlota del colegio, se encontró con que su padre y un vecino estaban quitando todas las plantas de la casa y metiéndolas en un camión.
- ¡No os las llevéis, son mis amigas! - gritó Carlota una y otra vez.
Pero nadie le hizo caso.
-¡Carlota, Carlota! - gritaban todas las plantas - ¡Ayúdanos!
Se apresuró a coger la bicicleta y avanzó detrás del camión, pedaleó con todas sus fuerzas y consiguió enganchar la bici al camión. Rápidamente subió al vehículo y vio como su preciosa bicicleta se desenganchaba y caía a la carretera.
Carlota cogió una carreta del camión, la llenó con todas sus amigas las plantas, y en el primer semáforo aprovechó y las bajó todas junto con una pala.
Se acercó a un prado cercano y las enterró a todas, se despidió de ellas y prometió que iría a verlas a diario, y todo el mundo sabe que cuando Carlota promete algo, lo cumple, sí o sí.
Autora: Eva