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El blog de 5º y 6º de Primaria




domingo, 3 de junio de 2012

EMBRUJADOS AL AMANECER

                                                                                                    
EMBRUJADOS AL AMANECER
Por Lucía Barrio

Había una vez un rey y una reina que vivían en un hermoso castillo, con sus siete hijos.
Pedro era el mayor de los chicos, tenía 11 años, Javier 10 y Nicolás tenía 9. Sara, Cristina y Marta eran trillizas todas con 10 años. Emma tenía 12.
Pedro era alto, rubio y con el pelo rizado. Sus ojos eran azules; le gustaba leer libros de toda clase y también le gustaban los diablos.
Javier era bajo, pelirrojo y con el pelo liso; le gustaban las motos.
Nicolás era bajo, moreno y con el pelo rizado; le gustaban los vampiros.
Sara, Cristina y Marta eran iguales, rubias, altas y con el pelo liso. Pero, a Sara le gustaban los cisnes, a Cristina las brujas y a Marta las arañas.
Emma era alta, pelirroja y con los ojos marrones; le encantaba jugar y odiaba coser.

[...]
Era una triste y silenciosa tarde en el enorme castillo.
Se estaba celebrando el funeral de la reina. Ya no había risas ni cantos como hace un año, ahora todo era silencio y tristeza.

-Chicos – dijo el rey a sus siete hijos – id a jugar a vuestra habitación.

-Vale –respondieron al unísono los siete niños.

Eso era lo que el rey recordaba del funeral de su querida mujer. Ocurrió cuando Nicolás, su hijo menor, iba a celebrar su octavo cumpleaños. Fue una terrible pena para él.
El rey había estado pensando en lo que podía hacer con sus hijos, pues desde la perdida de la reina se les veía muy silenciosos y tristes.
En aquella espléndida mañana el rey fue a despertar a sus hijos, para darles una sorpresa.

-Chicas, chicos, salid de la cama y bajad al comedor que os voy a dar una sorpresa.

Rápidamente todos bajaron al comedor.

-Buenos días chicos – dijo el rey – la sorpresa es que me voy a volver a casar, así tendréis el cariño de otra madre.

-Pero será nuestra madrastra – dijo Sara – no nuestra madre.

-Bueno no pasa nada – dijo el monarca – vendrá a las dos de la tarde a comer y así os conoceréis – y abandonó la sala.

-Venid chicos – dijo Javier – a mí me parece que no me va a caer bien.

-Ni a mí – dijeron todos menos Emma.

-No sé por qué no va a ser simpática y buena – dijo ella -  no todas las madrastras son como las de cuentos de hadas.

-Ya lo verás -dijeron algunos de sus hermanos.

A las dos de la tarde llegó la señora

-Hola – dijo – me llamo Sandra, espero que el rey os haya hablado de mi.

Ellos asintieron con la cabeza.

-Esta mujer no me gusta – susurró Cristina al oído de Emma.

A medida que pasaban los días, a Cristina menos le gustaba aquella mujer. Y había cotilleos que decían que Sandra hacía pociones raras en las mazmorras de palacio.
Una mañana cualquiera, el rey le dijo a Emma que la iba a mandar al extranjero a estudiar.

-¡No, por favor! – gritó ella -me costará mucho hacer amigos.

El rey negó con la cabeza y dijo:

-No me harás cambiar de idea.

Sandra que estaba escondida exclamó:

-¡Perfecto, una menos!

A los pocos días Emma se fue al extranjero como le había dicho su padre.

-Adiós Emma – gritaban todos sus hermanos.
A los dos o tres días ocurrió algo muy extraño. Se sentaron en la mesa y se pusieron a comer. Cuando acabaron, los seis niños se fueron a coger manzanas (una tradición de la familia).
Pasó una hora y Marta gritó:

-¡Ahhhhhhhhhhhh, Pedro te has vuelto rojo!

-¡Quéeeeeee! –exclamó el.

-Todos nos estamos transformando –dijo Cristina –

Porque Marta ahora tiene ocho patas y está menguando. Poco después todos se habían transformado en otra cosa:
Sara era un cisne, Cristina una bruja, Marta una araña,
Pedro un diablo, Nicolás un vampiro y Javier un zorro.

-Tengo una idea, –dijo Nicolás – vamos a buscar a Emma.

-Vale –dijo Pedro.

De repente oyeron un “cuac, cuac” y se preguntaron que era ese ruido, pero como no lo sabían siguieron a lo suyo.
Al caer la noche todos volvieron a ser humanos. Y Sara preguntó:

-¿Por qué no me hacíais caso?

-Es que no te entendíamos por que hacías “cuac cuac” –dijo Nicolás.

-Venga resguardémonos en esa cueva –dijo Javier.

A la mañana siguiente el rey gritó:

-¡Sandra ayer me dijiste que no me preocupara por mis hijos, pero ahora quiero saber donde están

-No lo sé, querido –dijo ella.

-Mayordomo, llame al jefe de la guardia civil.

-Sí señor.

Poco después Sandra fue a las mazmorras.

-Sí, perfecto, se ve que la poción ha hecho efecto.

Así cuando el rey fallezca yo seré la única heredera de la fortuna. ¡JA, JA, JA!
En el comedor el rey hablaba con el jefe de la guardia civil.

-Bien señor, quiero que encuentre a mis 6 hijos ¿vale?

-Sí señor, me pondré ahora mismo- dijo el comandante.

-Gracias.

En el bosque los seis niños se habían vuelto a transformar y se pusieron en marcha a la búsqueda de Emma que estaba en el extranjero, y el día anterior había recibido una carta que decía:
“Querida Emma:
 Me gustaría que vinieses inmediatamente. Tus hermanos
 han desaparecido. ¿Qué tal estás?
 Ven lo antes que puedas. Gracias. Besos.
 El Rey.”

Poco después ella estaba en un tren con destino al palacio de Valdhermosa.
Cuando llegó la recibió su madrastra que le dijo:

-Querida, ¿quieres que te peine y te maquille?.

-Vale- dijo ella.

Sandra era muy buena en maquillaje y como no quería que el rey reconociese a su hija la pintó feísima y horrorosa. Tan mal pintó a la pobre Emma que el rey dijo:

-Esta no es mi Emma, ella es mucho más guapa; Sandra, llévatela fuera.

Emma, muy entristecida por lo que su padre había dicho, se fue al bosque llorando. Pensó que podría encontrar a sus hermanos y se puso a ello. Pero no los encontró y ya cansada se resguardó en una cueva.

-¡Despierta Emma -dijo alguien – despierta!

Ella se levantó de golpe. Allí estaban todos sus hermanos que llegaban del bosque.

-Chicos- exclamó-¿Qué tal estáis?

-Bastante mal- dijo Marta, y le contaron lo que les ocurría.

Poco a poco se fueron durmiendo.
Emma soñó que una ninfa que iba en una estrella le decía que si cosía un manto con su pelo, pues lo tenía muy largo, y se lo ponía encima a sus hermanos volverían a ser ellos, pero mientras tanto no podía hablar.
Cuando se despertó recordó lo soñado y se fue a por algo que cortase su precioso pelo, como una piedra de silex. Buscó las piedras durante 1 o 2 horas y estaba tan cansada que se sentó y se durmió. Cuando se despertó estaba en una carroza con un príncipe que le dijo:

-Hola, yo soy el príncipe de Valdecito ¿y tú quien eres?

Iba a contestar pero se acordó de que no podía. El príncipe la alojó en su castillo. Emma todos los días iba por la noche a coger piedras de silex pues cada día se le desgastaban. Hasta que un día la pillaron y la acusaron de brujería, puesto que cada vez el pelo le menguaba y a la gente le parecía muy extraño. La condenaron a morir quemada, pero ella seguía cosiendo sin parar en el calabozo. Mientras, sus hermanos la seguían buscando de noche y de día.
En el palacio, el rey enfermó, sentía tristeza pues todos sus hijos se habían desaparecido.
Emma, por fin, acabó su manta, pero ahora necesitaba ponérsela a sus hermanos.
Cuando la llevaban a la hoguera, oyó:
-Emma, aquí, aquí.

Eran sus hermanos. Ella cogió la manta y se la tiró encima. De repente se volvieron a transformar en humanos.
En medio del alboroto llegó la guardia civil que había mandado rey y dijo:

-¡Alto! No pueden quemar a esa niña, es la princesa. La desataron de la pira y todos se fueron a casa.

En el palacio los niños acusaron a Sandra de bruja y fue encarcelada
Desde entonces el rey y sus hijos vivieron felices para siempre.


   

4 comentarios:

  1. Monse,¿ vas a poner el de Diego ?
    Lucía .B

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  2. Lucía, tu texto era tan largo que le he puesto letra pequeña para que no ocupe cientos de líneas, pero si no estás de acuerdo lo cambiamos y ya está.
    En esta historia hay algo que me choca: castillos, princesas, mazmorras o pócimas, junto con las motos de Javier o la guardia civil; a mí me parecen de épocas diferentes, pero este es tu cuento, no el mío.
    Como sigas así, dentro de unos años te veo escribiendo libros de esos de 1000 páginas; y yo estoy esperando para leerlos.

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  3. Es verdad Monse, lo de las motos y lo de las princesas y los castillos no pintan mucho juntos , pero bueno.
    Cuando haga un libro de 1000 páginas te lo regalo.

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    1. Lucía yo también quiero que me lo regales.Monse igual tienes que ponerlo en letra más pequeña

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