LICEO SAN JUAN DE LA CANAL





El blog de 5º y 6º de Primaria




lunes, 18 de mayo de 2009

LAS ZAPATILLAS DE ADOLFINA

Adolfina y su familia:

Adolfina era alta y delgadita, nada parecida a su madre, que era rechoncha y bajita.

Adolfina tenía un hermano de seis años que siempre estaba jugando a faraones o a emperadores. Su sueño era ser actor profesional de ficcion, se llamaba César. Él y Adolfina tenían los mismos miedos: a los vampiros, a los matones, a los terremotos y a los espectros. Sus animales favoritos eran los antílopes y los camaleones.

Un día Adolfina se fue al mercadillo; cuando llegó se puso a ojear los puestos, había de todo: pulseras de cobre y de bronce en un puesto , en el de al lado vio unas zapatillas rojas preciosas y Adolfina fue directamente a por ellas. Cuando fue a pagar, la ancianita del puesto le susurro al oido: ¡buena compra niña, estas zapatillas son mágicas!


De camino a casa Adolfina no paraba de darle vueltas a aquello que había dicho la ancianita, sin saber que la señora tenía razón.

Mientras estaba en el bus de vuelta a casa, salieron, de la bolsa que llevaba, las zapatillas que había comprado y empezaron a hablar entre sí, no callaban. Más tarde Adolfina empezó también a hablar con ellas hasta que se hicieron amigas; tras haber cogido confianza comentaron sobre donde querían ir. Querían ir a la Patgonia, a Uruguay para comer mucho aguacate, a Transilvania, a Groenlandia para probar la experiencia de dormir en un gélido iglú, o a caminar sobre los escombros de Roma.

Trece años después los sueños de César, Adolfina y las zapatillas se cumplieron: mientras César estaba grabando en Holywood, Adolfina podia estar en la otra parte del mundo.

Un Consejo:


Si te encuentras un par de zapatillas así, primero les das las gracias por ayudarte a cumplir los sueños y despúes te pones tapones en los oídos, porque no callan. .

¡¡¡¡¡FIN!!!!!
Escrito por Elías

miércoles, 6 de mayo de 2009

MI EXCURSIÓN A VER A LAS SEQUOIAS




Antes de comenzar a relataros este texto, me voy a presentar. Me llamo Elisa, tengo 10 años y me interesa todo lo que tenga que ver con la naturaleza. Este texto es sobre mi fabulosa excursión al monumento natural de sequoias. La excursión fue organizada por el A.M.P.A ( Asociación de Madres y Padres y Alumnos ), del Liceo San Juan de la Canal.

Hacía un día espléndido.El sol resplandecía en el cielo azul, y soplaba un ligero viento. Tuvimos mucha suerte con el buen tiempo. Trás el frío invierno, ese día era maravilloso. Cuando nos dirigíamos hacia el bosque en coche, vimos en la lejanía las montañas, cubiertas de nieve a pesar de que nos encontrábamos en mayo.
Puedo aseguraros que las sequoias son unos árboles fabulosos. Sus troncos rugosos son, además de gruesos, altísimos. Parecen llegar a tocar el cielo, y, en algunos casos, no se ve el final del árbol. El suelo está cubierto por una alfombra de hojas de sequoias marrones y secas. El aire era purísimo y fresco.

Mientras caminaba, recordé la visita que hicimos el año pasado al Museo Natural de Historia en Londres. Allí tienen expuesta una "rodaja" de una sequoia gigante, de más de 4 metros de diámetro. Por el número de anillos se sabe que cuando fue talada tenía 1.300 años. Las sequoias de nuestro bosque no eran así de grandes, como mucho tendrían un metro de diámetro, pero a saber si llegarán a tan extrema edad.

Nuestro paseo por el bosque fue muy agradable. También vimos una pequeña serpiente. Uno de los padres nos informó de que era una culebra de agua, y que no nos podría dañar. Fue muy interesante y divertido ver como se deslizaba sigilosamente entre las ramas caídas.

La caminata nos abrió el apetito muchísimo. Al desenvolver el papel de aluminio de los bocadillos de lomo, la boca se nos hacía agua. Cada mordisco nos supo a gloria.
Trás la comida, mientras los niños jugábamos al escondite entre las sequoias, los padres se dieron cuenta de que no habían traído café, y decidieron ir a una cafetería. La cafetería estaba al lado de la playa, así que nos divertimos en la arena haciendo castillos con sus fosos y puentes.

De vuelta a casa, me sentí muy cansada, pero contenta de haber participado en esta excursión.