LICEO SAN JUAN DE LA CANAL





El blog de 5º y 6º de Primaria




miércoles, 16 de noviembre de 2011

AVENTURA GATUNA

Por Alia

Aquella mañana...
Me desperté sintiendo una cosa peluda en mi cara, oyendo el viento golpear la ventana, mientras olía el delicioso aroma de las tostadas. Inmediatamente, mi boca se llenó de ese sabor. Lentamente, abrí los ojos y me encontré con mi gato, una criatura ágil y delgada, de patas fuertes y un pelaje negro, muy suave, le acaricié mientras escuchaba un ronroneo de agradecimiento.
Siempre me habían dicho que los gatos negros traen mala suerte, pero a mí me parecía precisamente lo contrario. Comencemos desde el principio.
                                                        .                 .                    .
Todo empezó justo esta noche. Iba paseando desde mi casa al colegio y me dí cuenta de que era por la tarde – no importa- me dije a mi misma. Me dirigí otra vez hacia mi casa y un gato negro azabache se abalanzó sobre mí. Llevaba un collar, en él había una nota minúscula. Ponía “el que me encuentre será el elegido”.


Muy desconcertada, fui corriendo a la clínica veterinaria más cercana, sin saber que al leer la nota estaba eligiendo mi destino, que se convertiría en la aventura de mi vida


Solté al gato encima de la camilla del veterinario, le dí apresuradamente el dinero del almuerzo y farfullé algo parecido a:

-No creo que sea suficiente

-No te preocupes muchacha ¿qué ha pasado?
Le relaté la historia y me miró extrañado, pero al fin asintió levemente y dijo:

-Veamos que podemos hacer con este pequeñín

Lo bañó en agua anti-piojos-pulgas-garrapatas, le dio medicina para las bolas de pelo, le puso colirio en los ojos y el gato no se inmutó, ni parpadeó, ni una sola vez.
Bueno-dijo el veterinario-parece que no tiene nada

-Gracias señor veterinario

Marché corriendo para mi casa y,  una vez allí, les pregunté a mis padres si podía quedarme el gato y me dijeron que sí.

Lo saqué al jardín;  en cuanto salió se puso como loco y echó a correr hacia el parque. Allí había un joven de unos 14 años , como yo, que sostenía un gato como el mío pero en un purísimo color blanco.
Nos hicimos y contestamos mutuas preguntas mientras se acercaban un montón de chicos y chicas de mi edad, con gatos iguales al mío, excepto en el color. No había un solo gato del mismo color.

También apareció un hombre que decía llamarse Narl y nos explicó que cada gato era nuestro guardián y que debíamos confiar en él. Después...

Me desperté. No había nadie llamado Narl, pero sí estaba mi gato, mi precioso gato negro.

Pensando esto, me levanté y me fuí a desayunar